¿No te has preguntado qué pasa por la cabeza de esas personas que te dejan comentarios agresivos u ofensivos en tus redes? O incluso cuando hacen ese tipo de comentarios en una conversación.
La primera reacción es que los niveles de adrenalina de tu cuerpo empiezan a elevarse y tu instinto de supervivencia, de luchar o huir entran en efecto. El primer pensamiento es que deseas poder atravesar la pantalla de tu dispositivo y tomar a la persona por el cuello o, si la tienes enfrente, te viene a la cabeza la escena donde Hulk destroza a Loki en Los Vengadores, ¿la recuerdas?
La segunda reacción bajo el efecto de esa adrenalina es «defenderte», pero como vivimos en una sociedad “civilizada”, lo haces devolviendo los improperios o a través del sarcasmo.
Y aquí es donde se queda la mayoría de las personas, incluyéndome a mí porque yo era una de esas personas. Y si ahora siento que tengo poder con las palabras de manera positiva, no se imaginan el poder que tenia de manera negativa, hasta que aprendí que eso no contribuía a nada a mi vida o la vida de la otra persona y me dejaba sintiéndome peor que de haberme dejado llevar por el ego.
La tercera es tomar una respiración, bajar los niveles de adrenalina y salir de la reacción de luchar o huir porque después de todo no estás en peligro de muerte ¿o sí?
Sonríes y lo dejas pasar porque dentro de ti entiendes que las personas heridas, hieren. Entiendes de que la persona que critica, juzga o insulta tiene reservado las peores criticas, los peores juicios e insultos para sí misma. Entiendes que la manera que esa persona se expresa es una reflejo de cómo se siente por dentro.
Te llenas de empatía y compasión y si ves que la persona está abierta a recibir una respuesta positiva y sin tomarlo personal le podrías responder: “Sabes, entiendo que te puedas sentir de esa manera y has pensado que quizás…” Y de esa manera contribuyes en el crecimiento personal tanto tuyo como el de esa persona.
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