Lo contrario también es verdadero….

«Odia el mundo, y el mundo te odiara a ti»

Y si, esto suena cliché, pero ¿cuántos de nosotros realmente nos tomamos el tiempo para apreciar las cosas, las situaciones y sobre todo las personas que nos rodean?

Yo recuerdo cuando yo iba por la vida odiando el mundo. Todo el mundo estaba en mi contra yo pensaba, me tocaba siempre la mesa ignorada del restaurante que era la mesa donde te sentabas 20 minutos y el mesero ni siquiera se acercaba, y si no me iba puteando a medio mundo y decidía quedarme porque tenía mucha hambre, mi mesa era la mesa que le llegaba tarde la orden y eso cuando la orden llegaba bien, la que más tardaba para que le cobraran, y el mesonero con la peor actitud. Siempre me toca la peor mesa pensaba.

En la calle ni les cuento, me encontraba a los peores conductores. ¿Saben esos que van por la vía rápida a 20kph? Bueno a esos…

Obviamente mis días no eran los más positivos del mundo.

Algo muy dentro de mí, reconocía que mis días eran una manifestación de mi actitud. Y por experimento me retaba: Hoy voy a salir, no voy a putear nadie, voy a respirar profundo, y tratare de sonreír. Era difícil al principio, no reaccionar ante tanta ineptitud pensaba yo.

Y de repente mis días empezaron a mejorar, ya no me tocaba la mesa ignorada, el mesero era hasta amable conmigo hasta el punto de que yo le decía gracias por su excelente atención y el muy atrevido hasta sonreía.

De allí, empecé practicar la apreciación de las cosas, de las situaciones y de las personas e incluso me tomaba la tarea de hacérselos saber.

¡Oye gracias por el excelente servicio!

A los amigos, ¡gracias por tu amistad y las cosas que haces por mí!

A la familia, ¡me siento agradecido y bendecido por tenerlos!

Y así, el mundo me comenzó a apreciar de vuelta.

Menciona a alguien a que merezca tu apreciación