Han sido muchos los que se han preguntado y han sido muchos los que han aportado respuestas. Respuestas que por razones diversas parecen no haber sido escuchadas o que, si lo fueron, se perdieron por el sendero de la planificación, la consecución de objetivos y la inmediatez que nos dejó de herencia la etapa industrial de nuestra época reciente.

Existe tres aspectos que han aparecido frecuentemente a lo largo de la historia y que como especie hemos intuido que “algo” tienen que ver con eso que llamamos “estar bien”.

  1. La compañía y el afecto

El poder ser acompañados desde incluso antes del nacimiento por otros semejantes que con amor sincero nos regalan unas primeras relaciones sociales en las que poder plantar las semillas de la seguridad, la confianza y la bondad que solo se logran a través del reconocimiento en los ojos y el rostro de la otra persona. Sentirnos sostenidos por otro que nos estabiliza y nos regula en este nuevo mundo que empezamos a conocer es fundamental. A partir de ahí es donde comenzamos a reconocernos a nosotros mismos como seres que se descubrirán diferenciados más adelante.

Es en esas caricias, en esas miradas donde empiezan los primeros trazos de nuestra visión del mundo, donde empezamos a configurar en nuestro mundo interno quiénes somos y el lugar al que venimos. Si estos cuidados no ocurren o son negligentes, nuestro sistema nervioso comenzará su andadura en esta vida con profundas señales de alarma que le indicarán que el entorno es peligroso y la gente indigna de confianza. Cuanto antes ocurra esta catástrofe, más profundos y perdurables serán los efectos de la inseguridad y la desconfianza que se instalarán en el primer boceto del Yo que será ese bebé.

Por el contrario, si en ese inicio somos acompañados con amor, miradas y caricias, y si nuestras necesidades son suficientemente cubiertas, el mundo que comenzaremos a descubrir será un entorno que percibiremos como seguro para poder explorarlo, y se nos presentará de manera alentadora y estimulante.

  1. No estar siempre bajo un bombardeo de información

Por otro lado, es la vital relación entre la mente y el cuerpo y mencionar la famosa frase que recoge muy bien esta realidad: “mens sana in corpore sano”.

Vivimos una época acelerada y ruidosa que bombardea nuestra mente con innumerables y diversos estímulos que hacen que estemos todo el tiempo en procesos de percepción y asimilación de contenido.

Unido a esto, las experiencias vitales suceden tan rápido y queremos que sean tan numerosas que pasamos la mayoría del tiempo inmersos en pura actividad mental. Esto provoca que nuestro cuerpo quede descolgado de nosotros mismos y la experiencia y el aprendizaje vital que siempre dejan su huella en él, queden inaccesibles y bloqueados.

Las señales corporales que siempre han sido guía y brújula para el crecimiento y desarrollo de las personas quedan acalladas por una inagotable sucesión de pensamientos que nos mantienen en estado de desconexión y tensión casi permanente.

 

  1. Vivir el momento presente

 El contenido de estos pensamientos, me lleva a mencionar la tercera de estas cualidades que parecen ligadas a nuestro bienestar. Hace varios miles de años que el ser humano conoce la importancia de saber acallar la mente, de separarse de los pensamientos y de su contenido, para poder volver al momento presente del que nos alejan las planificaciones y los recuerdos. Es en el “ahora” donde nos encontramos y donde vivimos, y es en el “aquí” donde se encuentra nuestro cuerpo percibiendo todo lo que sucede en el entorno y aprendiendo de ello.

En la medida en la que conseguimos estar presentes en el espacio y en el tiempo los cambios comienzan a surgir: la mente se libera y el cuerpo respira, los músculos se destensan y el ritmo de nuestro corazón decelera preparando el conjunto cuerpo mente para una experiencia más completa. La conexión corporal y la vivencia del momento presente es una pareja de difícil separación, la una y la otra aparecen y desaparecen en conjunto.

 

 

“SIN BIENESTAR LA VIDA NO ES VIDA; SOLO ES UN ESTADO DE LANGUIDEZ Y SUFRIMIENTO”

 

 

Fuente: www.Psicologiaymente.com